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Ardennes Arbalète 5

Ardennes Arbalète 5

Emboscada final

julio 112022

Como ya comenté en la entrada anterior, la hospitalidad del alojamiento era casi insuperable. Y el desayuno… en fin, os dejo una muestra.

Menos de 60 kilómetros me separaban de Lieja. Esta sería la última etapa, sencilla a priori, que me llevaría de nuevo al punto de partida. Así me quedaría un día tranquilo para visitar la ciudad, antes de volver a casa. Durante el camino de vuelta atravesé varios pueblos.

Me sorprendió ver plantaciones de trigo como esta. Pensaba que una zona tan húmeda no sería la más adecuada para el cereal… pero al parecer, me equivocaba. Es algo que no estoy acostumbrado a ver y, la verdad, muy divertido de atravesar.

No hubo mucho digno de mención en esta etapa. Caminos, pueblos, y poco más.

Hasta que ya casi al final, cuando estaba a pocos kilómetros de Lieja, me metí en un sendero al lado del río que al principio era divertido, después estaba un poco cerrado, más tarde había algún árbol atravesado… poco a poco me fui metiendo en un lío, pensando que ya era demasiado tarde para dar la vuelta porque me quedaba poco para llegar al final. Y en parte era cierto, quedaba poca distancia. Lo que no sabía era lo mucho que me iba a costar esa pequeña distancia. Sin duda debería haber dado la vuelta, es fácil saberlo ahora. Pero allí, no veía más salida que avanzar. Superado el que consideraba el punto de no retorno escalé una pila de troncos pensando que ya era el final del camino. Pero me equivoqué. Un enorme derrumbe a continuación me cortaba el paso. Acabé escalando derrumbe arriba para sortear otra pila de troncos y arrastrarme nuevamente derrumbe abajo de forma totalmente desesperada, llegando incluso a pensar que tendría que abandonar allí la bicicleta para poder salir. Finalmente vislumbré, tras una nueva pila de troncos, una casa. Sólo quedaba escalar una última vez y conseguí salir de allí. Sucio, magullado y muy cansado. Pero pude salir.

Finalmente, sólo restaba un sencillo carril bici hasta Lieja para finalizar esta bonita ruta por las Ardenas. Belgica, ¡volveré!

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Ardennes Arbalète 4

Ardennes Arbalète 4

Couettes et Picotin

julio 102022

El siguiente fue el peor día de todos, sobre todo en el inicio. Me desperté con migraña. No terrible, porque no mme habría dejado continuar, pero sí bastante fuerte. Demasiado tarde par tomar algún medicamento. Desmonté la tienda con pocas ganas y bajé al pueblo, donde traté de desayunar algo. A duras penas me metí un café y medio croissant, ya que a mis migrañas les suelen acompañar las nauseas, e intenté continuar. A pesar de todo, aún me quedaron ganas de sacar algunas (pocas) fotos.

Por fortuna la migraña fue remitiendo poco a poco hasta desaparecer, lo que me permitió disfrutar de la ruta. Las fuerzas estaban justas, pero pude llegar a destino. Y en este caso, el destino mereció la pena.

Finalmente pude disfrutar de la hospitalidad de la familia francesa dueña de este alojamiento, de su comida (tremendo desayuno) e includo jugar hasta caer agotado (literalmente) con su perro. Un cachorro que, sin duda, tenía más energía que yo.

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Ardennes Arbalète 3
julio 92022

Pero, ¿Bélgica no era todo llano? Nada más salir de Houffalize (donde, por cierto, conviene llevar buena ropa de abrigo si vas a pasar la noche) la ruta me lleva por kilómetros de bosques y más bosques. De estrechos caminos a pequeñas pistas, me siento perdido en los bosques de Bélgica. Aunque hoy en día, con la ruta cargada en el GPS, lo de perderse se hace complicado.

Aunque sabía que hoy iba a pasar por La Chouffe, lo cierto es que encontrármela fue una pequeña sorpresa. Aficionado como soy a la cerveza en general, es curioso que mi primera visita a una fábrica sea tan lejos de casa. Aproveché para visitar el entorno de la fábrica y, como no, la tienda de regalos. Y por si queda alguna duda… ¡demasiados kilómetros por delante como para tomarme una! Ya habrá tiempo después.

En este punto empecé a encontrarme a gente corriendo, con dorsales. ¡Qué suerte la mía encontrarme con una carrera de montaña, en sentido contrario de mi marcha, por caminos tan estrechos! Afortunadamente nuestros caminos se separaron antes de provocar un accidente, y me dirijí rápidamente a La-Rocher-en-Ardenne donde volví a sucumbir a los encantos de la fritanga belga para la hora de comer. No lo voy a negar, ¡es todo un vicio!

A la postre fue un mal plan. Nada más comer tuve que enfrentarme a la rampa más dura de toda la ruta. Aún con el estómago lleno (¡y de qué manera!) tuve que pedalear primero, y empujar después, mi bici bien cargada hasta lo alto.

Afortunadamente, desde ahí, una sucesión de cortas subidas y bajas por single tracks me dejarían muy buen sabor de boca.

 

Según me voy acercando a Saint-Hubert, muy cerca de mi destino, el sol empieza a apretar muchísimo. Es llamativo el calor que puede hacer en esta zona. El sol golpea como un lanzallamas, y ya llevo un buen rato sin ver una sombra.

Mi plan es quedarme en un camping cerca de Saint-Hubert. Cuando llego al camping veo que, afortunadamente, hay buenas sombras y muchas plazas libres.

Para mi sorpresa, veo muchos coches que parecen venir del camping. Se acercan al restaurante que hay en la entrada, e incluso a los baños. Extrañado, pregunto sobre ello y me dicen: ¡Este camping tiene 22 hectareas! Me doy un paseo por el camping y, efectivamente, las parcelas son enormes y las distancias, interminables. Nada que ver con los campings a los que estoy acostumbrado.

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Ardennes Arbalète 2

Ardennes Arbalète 2

Ahora sí, ¡verano!

julio 82022

¿Cómo iba a amanecer hoy? Sorpresa… de las buenas. Aunque frío, el día amanece despejado, lo que anima mucho a pedalear. Al poco de salir de Malmedy ya me meto en bosques. Discurro toda la mañana por estrechos senderos que me llevan de un bosque a otro, cruzados de tarde en tarde por una carretera, y vuelta al sendero. ¡El sueño de cualquier ciclista!

Me salgo de los senderos un momento para uno de los vicios ciclistas más extendidos: tomar un café con un pastel. Cual sería mi sorpresa cuando, una vez me había acostumbrado al bonjour, al entrar en la cafetería me saludan con un guten morgen. Sin darme cuenta había entrado en zona de habla alemana. Lo cierto es que, de cara al viajero, tiene su gracia.

Después de la pausa para el café vuelvo a los senderos. Esta zona es especialmente bonita. Los senderos están limpios, los árboles me permiten rodar a la sombra…

… y hasta tengo arándanos grátis.

Una cosa que me llama la atención es que, de las pocas veces que me salgo de los senderos, es para atravesar una carretera o un pequeño pueblo y rara es la vez que no paso al lado de un cementerio militar. Los cementerios militares belgas tienen su origen en los trágicos acontecimientos ocurridos durante las dos guerras mundiales del siglo XX. Bélgica fue un escenario importante de combates y conflictos durante ambas guerras, lo que llevó a la pérdida de muchas vidas de soldados de diferentes nacionalidades. Estos cementerios militares son lugares de gran importancia histórica y conmemorativa, y se mantienen como recordatorios de los horrores de la guerra y el sacrificio de quienes lucharon por la libertad y la paz.

El último de estos cementerios que visitaré se encuentra en Houffalize, destino final de mi ruta en el día de hoy. Tras montar mi tienda de campaña en el camping y antes de irme a dormir, aplaco mi hambre a base de freuduría belga. Sin duda, una mala elección para una cena. Pero había que probarla.

 

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Ardennes Arbalète 1

Ardennes Arbalète 1

¿Vacaciones de verano?

julio 72022

Creo que esta era una deuda pendiente. No puede ser que mi afición al ciclismo aún no me haya llevado a Bélgica. Por un motivo u otro he visitado diferentes partes del mundo, pero me quedaba uno de los países con más tradición ciclista. Si no el que más.

No me costó mucho organizarlo. Con intención de partir desde Lieja, llegué con mis bártulos al aeropuerto de Bruselas. Para todo aquél que no lo conozca le diré que tiene, al menos, dos cosas buenas. Uno, taquillas grandes donde puedo dejar la caja de la bici. Y dos, acceso directo al tren. Y con estas, nada más llegar me dispuse a montar la bici, guardé las maletas en la taquilla y cogí el primer tren dirección Lieja.


En viaje es rápido. Aún haciendo cambio de tren a medio camino, llegué a Lieja en menos de dos horas. Por fin iba a estrenar mi nueva bici y mi nuevo sistema: adios alforjas, ¡hola bikepacking!

Me alojé en un pequeño hotel de Lieja y al día siguiente, bien temprano, arranqué mi viaje.

No puedo decir que el arranque haya sido el mejor. A primera hora llovía muchísimo. Así que hice un poco de tiempo tras el desayuno y, una vez hubo amainado, salí dirección Málmedy.

Los primeros kilómetros fueron sencillos, y pude disfrutar de primera mano de los famosísimos carriles bici que unen los pueblos de Bélgica. Kilómetros y kilómetros de de asfalto destinado únicamente a las bicicletas, muy transitados, que te llevan casi a cualquier lugar. Y además, muy cuidados.

Por fortuna apenas me llovió y, aunque el tiempo distaba mucho de ser bueno, la ropa no llegó a calarme. Abandoné los carriles bici para adentrarme en una red de bonitos senderos, muy divertidos. Y así llegué a Limburgo, donde pude esquivar los frietkoten o freidurías y agenciarme un dürüm para comer un poco más tarde. Con su forma cilíndrica, su envoltorio de papel de aluminio y lo bien que se conserva después de recién hecho, he descubierto en este viaje que son ideales para llevar en la bici y poder degustar más adelante.

Y así, poco a poco, fui haciendo camino mientras el cielo se oscurecía y las nubes cada vez se cerraban más. La temperatura comenzó a bajar, no a lo loco, pero si lo suficiente para plantearme… ¡porqué tengo que ir tan abrigado en pleno Julio! Ay, vacaciones de verano, ¿dónde estáis?

En este punto ya me empezaban a sobrar los kilómetros. Siempre trato de ir bien preparado en cuanto a la ruta a realizar, y nunca he considerado un deshonor el coger un atajo o evitar alguna zona si es difícil de transitar, se me hace tarde, o simplemente no me apetece. Y ese día había un trozo que se preveía totalmente encharcado (y seguramente embarrado) y, honestamente, no me apetecía comenzar así.

En esa situación, los últimos kilómetros los realicé por carretera. Tan sólo una pequeña parada en lo que parecía un bar de carretera pero se convirtió en un restaurante elegante a los que no les hizo mucha gracia que un tipo empapado con ropa de colorines les mojase el suelo por un mísero café. Dejé propina.

El plan para hoy era quedarme en el camping de Malmedy. Incluso me lo llegué a plantear, pero un pequeño vistazo desde la entrada me hizo reconsiderar mis planes. El camping estaba totalmente encharcado, y no parecía que fuese a parar de llover. Así pues, me busqué un hotel en Malmedy, donde pude lavar (y secar) mis ropas y dormir en una cómoda cama. Estoy acostumbrado a la lluvia, pero espero que mañana salga el sol. Eso sí, ¡me lo he pasado genial!

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